Joey Lynch es un adolescente atrapado en un entorno que lo sobrepasa. Con un padre ausente, una madre inestable, y hermanos pequeños que dependen de él, carga sobre sus hombros una responsabilidad que lo ahoga. Y sin embargo, entre toda esa oscuridad está Aoife Molloy, una chica decidida, que no le teme a nada y que ve en Joey algo más que una fachada de chico malo.
Si Binding 13 nos mostraba de un romance que surgió en medio de inocencia, miedos y ese sentido de protección, diría que Saving 6 viene de la rabia, el odio hacia sí mismo, el peso del mundo y la determinación.
El libro nos arrastra a la raíz de todo lo que ya intuíamos sobre Joey: sus heridas, su rol como sostén de una familia en ruinas, y una culpa que lo consume en silencio. Esta es la historia que sucede “antes” de Binding 13, y aunque ya conocíamos parte del resultado, vivirlo desde su punto de vista es otra cosa.
Tiene una de las cargas emocionales más pesadas que he leído, porque al fin entendemos todo lo que Shan nos habló en sus libros pero también dentro de lo que Joey pudo protegerla, porque hay más. Mucho más que en este libro lo vemos en toda su crudeza.
Sí este libro tiene más espacio para mostrarnos la vida de Joey por fuera de su familiar, es decir, lo que hace para sobrevivir a todas las responsabilidades que lleva encima. Y creo que me habría gustado un poco ver las dinámicas que tiene con sus hermanos, aunque las que muestra son tiernas pero también duelen por lo que ello significa para Joey.
Por otro lado, tenemos a Aoife con una vida diametralmente opuesta. Ya en los libros teníamos una mirada sobre cómo es ella, pero ver su propia mirada es otra cosa. Tiene carácter, tiene luz, y también sabe cuándo quedarse en silencio. Es el equilibrio para Joey, no porque lo salve, sino porque lo sostiene sin juzgarlo.
En esa línea, pese a los temas, me pareció acertada la forma en que se presentan: la violencia, la adicción, no se romantiza ni tampoco se muestra una idea de salvarse sólo por amor.
En general, la estructura de este libro va desde que Joey tenía 12, justo en la partida de Darren y cómo eso repercutió en su propia vida. De hecho, en lo que es trama no es mucho lo que avanza, eso lo veremos en el siguiente libro, pero es la antesala para esa historia que sabemos cómo concluye pero al mismo tiempo debe seguir adelante.
También me gustó mucho cómo Chloe Walsh nos mete en la cabeza de Joey sin que resulte repetitivo. Su dolor no busca dramatismo ni pena: simplemente está ahí, constante, inevitable, y eso es lo que lo hace tan real. En varios momentos pensé que iba a llorar más de lo que lo hice, pero tal vez era porque ya venía con el corazón advertido.
En este caso, no vemos muchos personajes secundarios, se mencionan y su participación se limita apariciones en el intermedio en que los protagonistas no están juntos. (Mención honrosa a la aparición de Gibsie).
Ahora, me quedó la sensación que este libro debería haber sido el comienzo para la serie o incluso podría leerse sin haber pasado por Binding 13 y Keeping 13. Pero de una u otra forma, ese peso emocional está ahí y sé que crecerá cuando comience Reedeming 6.